domingo, 20 de noviembre de 2011

Capítulo Uno: Todo por unas zapatillas

"Me han dicho que cuando conoces al amor de tu vida, el tiempo se detiene para que disfrutes del momento. Lo que no me dijeron fue, que luego todo avanza a cámara rápida para recuperar el tiempo perdido"



¿Qué son tres adolescentes tumbados bajo un sauce llorón milenario, riéndose de la política y de las ideas del Senado, contando su experiencia en el exterior y recordando lo que fue una vida pasada para ellos? Son tres mejores amigos de toda la vida. ¿Sabes que es lo mejor de eso? Que yo soy uno de ellos.
Mi nombre es Samuel Marcos Miranda, pero me llaman Samu y cuando se enfadan conmigo, Marcos. Nací en un pueblo en Alicante, pero ahora vivo... Si os soy sincero, ni yo sé dónde vivo. Pero sé que está cerca de España, por el Mediterráneo. Vivo en una burbuja de cristal súper-resistente de diez centímetros de grosor bajo el agua. Curioso ¿no? Pero la cosa no es curiosa. En el 2051, las cosas no son maravillosas como os las imagináis ahora.
Bueno, en parte, porque si hay coches voladores (no os los recomiendo, son aún experimentales y de repente puedes aparecer e mitad de Times Square cual meteorito caído del cielo. Y creedme, os pueden poner una multa por eso. Son mejores las tablas levitadotas de colchón de aire), pastillas blanqueantes, píldoras de adelgazamiento, arandelas de materialización (son unas arandelas que te las compras, te metes en una página web y ahí te puedes pasar unas... tres cosas por arandela –hay algunas que tienen más capacidad, y también influye el tamaño de las cosas que quieras meter- y cuando las lanzas al suelo, estas aparecen. No tengo ni idea como hacen eso, pero me ha ayudado a no tener que cargar con los deberes de mates cuando era pequeño) y muchas cosas más. También las acciones de apple siguen siendo lo más recomendable para comprar, la Fox sigue siendo la cadena más vista por los norteamericanos (y el resto del mundo), el Gobierno usa cualquier excusa para enrolarte en el ejército, MTV sigue emitiendo mierda y realities (que llegan a ser lo mismo) por un tubo y los políticos siguen siendo unos jodidos corruptos. Pero lo peor es la superpoblación. Gracias a los genios que calcularon que la población no subiría mucho y después bajaría un pelín, estoy viviendo en un lugar donde nunca llueve y que siempre hace sol, rodeado de cincuenta millones de personas y con peces flotando sobre mi cabeza literalmente. Eso es vivir en una burbuja, cúpula o como lo queráis llamar. Es algo horrible. Pero todo cambió. Todo cambió cuando vi las zapatillas acompañadas de unos ojazos azules que me hicieron perder la cabeza. Si os digo la verdad, nunca llegué a pensar que ella se quedará aquí para siempre, pero en esos momento no podía pensar en cualquier otra cosa que en esos ojos azules. Ella hizo que nuestra vida (la mía y la de mis amigos) cambiara aquí abajo. Todo fue maravilloso y perfecto. Pero, las cosas no siempre van bien. El Destino suele jugárnosla (ya viste lo que le pasó a Michael Jackson) y siempre, el muy cabrón, nos jode la vida. Pero haz como las princesas, solía decirme mi madre: Si la vida es mala contigo, haz como ellas. Pon la otra mejilla y haz como que no te importa. Tarde o temprano, el Destino te devolverá el favor que te debe por fastidiarte, aunque no siempre sea como antes. Eso me ocurrió a mi. Pero no os voy a destripar toda la historia en el principio ¿no? Si no, sería un timo. Mejor empiezo cuando la vi por primera vez. La primera vez que vi esos ojazos azules acompañados de unas zapatillas de más de dos mil dólares.

Era un día soleado, aunque cuando vives bajo una burbuja de cristal, no se puede  elegir el tiempo que va a hacer. Aunque tampoco en el exterior, pero por lo menos ahí puede llover y nevar. Bueno, volviendo a mi artificial día de sol. Estábamos los tres tumbados bajo el sauce llorón milenario, el árbol más grande de los jardines del Instituto. Como siempre había un verano constante bajo el agua, tampoco era de extrañar ver peces sobre tu cabeza. Bueno, debajo de este árbol había una sombra perfecta: Tres toallas, tres amigos, tres risas diferentes, tres pensamientos iguales. Tres personas.
-Si el Gobierno fuera inteligente, habría utilizado la política de un solo hijo en América y en Europa y no sólo en China –dije yo.
-¿Realmente piensas que el gobierno iba a permitir que la gente se gastara dinero en sus hijos? –argumentó con descaro Sandra-. No lo han hecho porque si no, no habrían sacado tajada de las familias numerosas que se gastan el doble que nosotros para mantener a su familia.
-Pero mi hermana entonces no habría nacido y no nos enteraríamos de las cosas que pasan antes de que Becca lo colgara en su blog –agregó Max con una sonrisa.
Se me escapó una carcajada. La verdad, que la hermana de tu mejor amigo fuera una integrante de Ellas era un gran ventaja. Ellas (como se llaman a ellas mismas y como las llaman la mitad de las chicas del instituto) son un grupo de cuatro chicas (Alexandra, Amaia –la hermana de Max-, Katia y Laura) liderado por una quinta, Becca. Ella es la ley en nuestro instituto. O sigues su modo de juego o te hará la vida imposible a través de su pandilla de bestiajos. Pero en realidad, lo único que quiere es tener mandato en el instituto, ya que su tía es la directora y descendiente de su fundadora, Jane Daniels. Pero volviendo a nuestra conversación:
-¿De que te ríes? –me dijo Max, volviendo la cabeza divertido.
-Pues de todo –contesté yo-. Del Gobierno, del Senado, de los políticos de nuestras ideas, de nuestras vidas… De todo.
-Si –admitió Sandra mientras se daba la vuelta para mirarme-. La verdad es que nuestras vidas no les importan a nadie. Son de risa y a nadie les interes… Oh no.
Lo que había hecho que Sandra se detuviera era una personita vestida de rosa de pies a cabeza y que venía corriendo a una velocidad que me extrañó que sus tacones de más de diez centímetros no se partieran a la mitad. Era Amaia, una de Ellas y hermana de Max. La verdad es que Amaia en comparación con las demás de Ellas, era muy simpática. Siempre utilizaba una excusa para venir con nosotros y decirnos todas las novedades que se montaban en el grupo. A veces podíamos salvar a alguna chica nueva que había infringido las normas, diciéndola que no fuera al instituto o que no se acercara a algún sitio en concreto. Algunas nos hacían caso, pero otras no y acababan humilladas. Nos considerábamos una especie de súper héroes que salvan a las chicas de acabar de crema depilatoria o acondicionador de pies a cabeza. Pero aparte de eso, Amaia no hacía más que darnos un poco la tabarra y que no paraba de decidirse si ponerse rosa cherry o rosa intenso (realmente no se porqué nos lo contaba a nosotros, si ya tenía a las demás para quejarse de que tenía el culo gordo, de que ya no le valían los vaqueros del año pasado y de que tal chico se había liado con tal chica estando con otra. Exasperante). Pero en el fondo, cuando no nos chivaba planes de Becca o nos martilleaba con el gloss que se quería poner, era una buena chica.
-Oh no –repetí yo. Amaia iba corriendo, sin arreglarse y con la tablet holográfica que le regalaron el año pasado. Sólo significaba una cosa: Compra de zapatos.
-O nos largamos o nos vamos a dedicar a elegir entre unos zapatos de puta y otros de tiras de lino –dijo Sandra-. Y si os soy sincera, no me apetece bastante.
-Ni a mí –dijo Max-. Vayámonos de aquí antes de que me vuelva marica.
Me levanté riéndome. Max sabía odiar y querer a su hermana al mismo tiempo. Ella y él eran gemelos, pero no tenían un hilo que los unía. No había conexión entre ellos dos. Max y ella se habían vuelto completamente diferentes, aunque de pequeños era muy difícil diferenciarlos: Pelo moreno, ojos marrones y piel morena. Ahora eran totalmente diferentes: A Max se le habían ensanchado los hombros, había crecido mucho (unos… ¿cinco centímetros?)  y por el efecto de luz artificial de las lámparas térmicas de las burbujas, sus ojos habían pasado de ser marrones a ser azules, casi blancos (ese era el problema de las luces térmicas. Mientras que en el exterior había una variación de temperaturas dependiendo de la estación en la que se encontraran, bajo el agua teníamos unos paneles de luz enormes que convertían esto en un verano constante y daban una intensidad de luz enorme y eso podía producir cambio de color en los ojos si no levabas unas lentillas especiales que desarrollaron un poco demasiado tarde porque la mitad de los alumnos del instituto Daniels tenían o los ojos blancos o azules gracias a los malditos focos, pero había gente –como Sandra- que tenía los ojos marrones porque la luz de las lámparas les hacía mucho daño en los ojos y llevaron gafas de sol durante un tiempo hasta que sacaron las lentillas especiales. pero por eso también nos indemnizaron). En cambio, Amaia se había teñido de rubia, se había quedado un poco bajita (cosa que se compensaba con sus enormes taconazos) y se había echo un piercing en el labio (una especie de svarowski rosado). Por lo general, Sandra y yo éramos los únicos que parecíamos los mismos que en Alicante.
-¡No os atreváis a huir! –gritó Amaia sonriente-. ¡No os voy a obligar a comprar zapatos!
La gente (que se giraba al ver pasar a Amaia deprisa y corriendo, puesto que no era un espectáculo muy habitual en ella) se empezó a reír. Lo que nos faltaba. Si ya se enteraban de que Amaia era la que nos chivaba las actuaciones de humillación de Becca, estaríamos hundidos.
Cuando Amaia nos alcanzó, nos gritó:
-¡¿Por qué coño no os habéis detenido, joder?! –exclamó fatigada mientras se quitaba los tacones-. ¿Vosotros sabéis lo que es caminar con estos zapatos? ¡Imaginaos correr!
Se me escapó una risita a lo que Amaia contestó fulminándome con la mirada.
-Bueno –prosiguió Amaia haciendo caso omiso de la gente que le miraba y murmuraba-, tengo que contaros algo que es muy fuerte y que realmente, no me lo creí al principio, pero tengo pruebas de eso y... –pero Sandra le interrumpió.
-No queremos saber que los zapatos de eBay han bajado un veinticinco por ciento de descuento Amaia, sólo quiero saber si al Senado se le ha metido en la cabeza que ya nadie le hace caso, y dudo mucho que eso llegue ha pasar ¿vale?
-No es nada relacionado con zapatos, bolsos, maquillaje, bisutería o faldas, os lo prometo –dijo Amaia. Había puesto la misma cara que cuando nos intentó convencer de que había cazado un sapo del tamaño de su puño en Alicante. Y al final resultó ser verdad, pero la Amaia que cazaba sapos, aplastaba arañas con la mano y no le importaba ir con la ropa manchada de barro, había sido sustituida por una chica que sólo con hablar de un bicho vomita y que no permite que su ropa se manche ni tan siquiera de agua.
-Venga –dijo Max-. Pero rapidito, que quedan diez minutos para que se acabe el descanso y no he comido nada todavía.
Le tendí a Max un caramelo Wethers Original (esos caramelos me volvían loco. No podía para de comerlos, era algo inevitable. Siempre tenía los bolsillos llenos de Wethers Original) y volví a tender la toalla y me senté en ella mientras Amaia buscaba con avidez en Google el blog de Becca. Cuando entró nos enseñó una foto a la que (al parecer) sólo podían verla una de Ellas, cosa que nosotros nos podíamos permitir. Cuando Amaia nos enseñó la foto, al principio no sabía lo que era, así que busqué la respuesta en las miradas de Sandra y Max. Pero estaban tan incrédulos como yo. La foto era reciente, puesto que estaba tomada en el instituto cuando estaba hecho el estanque, pero no conseguía saber lo que era. Era una chica, de eso estaba seguro.
-Hum... –dijo Sandra-. Amaia, si nos has arrastrado aquí sólo para enseñarnos un burruño, pues vaya.
-No es un burruño –dijo ella, exasperada-. Mirad, fijaos en las zapatillas.
Nos acercamos los tres hasta pegar la nariz delante de la pantalla de la tablet, como si eso nos ayudara a ver las cosas con más detalles. Ninguno dijo nada hasta que Max gritó.
-¡Ya sé que coño es! –dijo triunfante.
Sandra y yo le miramos con los ojos, escrutando su cara, como si la respuesta de la foto estuviera plasmada en el rostro de Max. Pero no adivinamos nada.
-¿Y bien? –preguntó Sandra nerviosa.
-¿No veis la etiqueta dorada y la estrella blanca? –dijo sonriente señalando a las zapatillas-. ¿No lo veis?
A mi me costó más que a Sandra, porque ella no tenía los ojos cambiado de color por las luces y aún conservaba un poco de mejor visión que yo, pero nos dimos cuenta de que eso no se veía todos lo días: Esa chica llevaba unas American Dancers.
-Es... imposible –tartamudeé-. La foto tiene que estar trucada.
-No lo parece –dijo Sandra-. Además ¿de qué serviría tener la foto trucada de una chica con algo con lo que Becca sueña? Sería una tontería.
-La chica se llama Eileen –dijo Amaia haciendo caso omiso de nuestras ideas- y viene del exterior sólo para hacer el curso de Mayo a Octubre. Raro ¿no?
-Si, la verdad es que es muy extraño, ya que casi nadie viene aquí abajo, normalmente es al revés.
-Además –añadí yo-, si puede permitirse unas American Dancers...
-...Platinum Edition –me interrumpió Amaia.
-¿En serio? –preguntó Sandra incrédula.
-...¿para qué venir aquí justamente a este instituto que es un poco bazofia en comparación con los demás de danza? –continué yo-. Podría matricularse en Juilliard y le sobraría dinero para sobornar a los jueces para que le dieran la admisión.
-Samu tiene razón –me apoyó Max-. Esa chica esconde algo. Y me apuesto lo que sea que a Becca no le ha hecho ninguna gracia.
Amaia se quedó en silencio un rato, por lo que nosotros interpretamos que eso fue un “si”
-Pues... –dijo pensativa-. No le ha hecho mucha gracia la verdad. Las zapatillas más nuevas que ella tiene de Dancers Inc. son unas Cool Icy Dancers, así que... Suponéis que se habrá puesto como una furia al saber que una chica nueva tiene unas American Dancers y que aún no han salido, así que serán las de Limited Edition. Y eso es algo muy malo.
Los cuatro lo sabíamos. Una cosa era decirle a Becca que su ropa no te gustaba o que tenía las puntas abiertas, pero tener algo que ella no podía conseguir, era algo totalmente distinto. Porque estabas dejándola en ridículo y también dando a ver que ella no podía tenerlo todo cuando era eso lo que quería aparentar.
-Habrá que encontrar a... ¿cómo decías que se llamaba? –preguntó Sandra.
-Eileen –contestó Amaia exasperada-. En serio, ¿cómo haces para recordar la lista de la compra?
Amaia y Sandra nunca se habían llevado bien. Mientras que Sandra había salido con Max (durante un tiempo y ahora no estaban juntos, rompieron hace mucho) y le había quitado a Amaia el puesto de capitana y base en el equipo de cheerleaders, Amaia le había robado un novio a Sandra e hizo que se rompiera un brazo en un entrenamiento. Pero cuando estábamos Max y yo delante, se comportaban de una manera más... humana y dejaban de comportarse como niñas pequeñas que se dicen insultos inofensivos unas a otras. Tal vez porque no querían aparentar ser unas inmaduras o porque no les apetecía acabar ambas con arañazos en la cara.
-No sé vosotros –dijo Max- pero me da la nariz que Eileen es ella –dijo señalando a una chica.
Y vaya chica. Era preciosa: Tenía una melena larga, a la altura de la espalda, lisa y vaporosa, como si estuviera pintada con acuarelas, unos ojos azules, pero no el azul albino que tenía la mayor parte de la gente aquí o el azul plateado ese tan extraño que tienen habitualmente las personas. Era un azul muy intenso, casi artificial, como si fueran lentillas, pero se notaba que esos ojos eran suyos. Era un azul muy bonito, muy... azul. Azul ultramar, azul eléctrico, azul marino, azul cielo, azul celeste, azul zafiro... Todos los tonos de azul. Todos y más. Era algo muy extraño, pero a la vez fascinante. Todo lo  demás en ella era normal: Una boca suave y redonda con pintalabios rojo mate, sombra de ojos plateado con purpurina azul, pestañas negras y largas y cara bonita. En el pelo llevaba una pinza del pelo con el símbolo de Axxey, la mejor cantante que he oído en mi vida. Llevaba una camiseta de tirantes blanca (lo que hacía que su piel de porcelana pareciera un poco morena) con un rótulo en el que ponía “Dance 4 ever” en rojo y azul y escote de corazón. Me esperaba ver una minifalda vaquera o de vuelos, pero me topé con unos pantalones cortos, muy cortos, que dejaban a la vista unas piernas largas y finas. Los pantalones estaban rotos y la tela de los bolsillos sobresalía por el bajo, pero estaba hecho aposta, porque uno tenía dibujado unas estrellas blancas sobre un fondo azul y el otro estaba pintado a rayas rojas y blancas. Que patriota. Lo que yo quería ver, eran las zapatillas de dos mil dólares. Las American Dancers.

6 comentarios:

  1. ¡Hola! Me he leido el capitulo y es realmente bueno. Esper que subas pronto el siguient ey que sepas que tienes una lectora fiel.
    Sigue enviandome los eventos n-n (soy may ackles padalecki segundo)
    Un beso!
    http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com/

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  2. aiii!!!!!
    graacias!
    espero que continues con verdades que negué...
    me encanta!

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  3. Dios ha sido un primer capítulo impresionante!!! Mis felicitaciones!!!
    Tienes un estilo ligero, fácil, apetecible, nada cargante! Me he leído el capítulo en un plis plas y se me ha hecho corto, cosa que no pensé cuando vi lo largo que era xD Dios me has enganchadoooo!! Qué buenaaaa!
    El único fallo son los laísmos pero supongo que es porque eres de madrid o de alguna ciudad donde el laísmo es común, por lo demás no he visto nada que pudiera quedar mejor expresado de otra forma! Lo has clavado y guau cómo mola el mundo que te has creado, fuuuf me he metido tan de lleno en la historia que mi tía me ha pegado un susto porque no me di cuenta de que entraba en la habitación y eso que pasó por delante de mis narices hahhhahah Qué buena que eres!!!
    Espero el siguiente con ganas!!!

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  4. jajajajajaaaa
    gracias!!!
    si tienes blog me pasare por ahi
    PD: soy de cantabria

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  5. Lo acabo de releer y no puedo evitar comentar. ¡¡Te juro que es lo más sublime que he leído en mucho tiempo!! No me canso: personajes creíbles y situaciones realistas en un futuro extraordinariamente bien pensado. Me tienes enganchadísima. Necesito mi dosis todos los días, te lo prometo!

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  6. Dios mioo kandyy!!!! Me tienes k prometer k cuando seas mayor y seas escritora (estas obligada a serlo) te acordaras de tu keridisima amiga Leire a la k tanto cariño tienes :)TeQuierooo wpaaa

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