jueves, 19 de enero de 2012

Capítulo tres: Tango


"Hagas lo que hagas, o las buenas intenciones que tengas, siempre habrá algún idiota que tratará de hundirte"

La música cesó. Eileen dio el último paso. La clase estalló en aplausos y yo salí de mi trance. Me uní a los aplausos. Sonreí. Por primera vez, alguien había impresionado (y cuando digo impresionado, es dejar con la boca abierta y casi caerse de culo) a Manu. Era increíble con la soltura con la que bailaba Eileen, parecía que volaba, que no tocaba el suelo. Era algo mágico, algo casi imposible.
 -Maravilloso Eileen! –dijo Manu acercándose y abrazándola-. ¡Tienes el mismísimo talento de Frida Newman o de Sharon Stone!
La vi sonreír, porque entre la marea de tíos que se había creado a su alrededor y que mi tío era un pedazo armario que no me dejaba ver lo que pasaba, iba fino.                        
-Bueno chicos -prosiguió Manu haciendo un poco de hueco para que Eileen pudiera volver a su sitio con nosotros (aunque lo que tuvo que hacer para conseguir ese hueco fue dar codazos a mansalva mientras decía “perdón”, “disculpad” o “paso”-, vamos a enseñarle a Eileen la coreografía ¿de acuerdo?                                           
Nos colocamos en nuestras posiciones habituales (tres, cuatro, cuatro) y esperamos a que Manu pusiera la música.

Era una de mis canciones favoritas de Three Beat, Electronic Dance. Lo que más mola es cuando Girly canta su solo, porque en ese momento, Young, un chico de clase, baila un solo de breakdance, mientras nosotros fingimos ser robots. Es mi parte favorita, porque voy delante.
 El baile le entusiasmó a Eileen, que aplaudía muy alto desde su sitio y sonreía
-¡Alucinante! –gritó entusiasmada. Se levanto y se dirigió a darle la enhorabuena a Young
La verdad, es que todos estábamos bastante nerviosos cuando bailamos delante de ella. Era la primera vez que lo hacíamos sin Manu, y además incluyendo el solo de Young.
-¡Bueno chicos! –gritó Manu intentando hacerse oír entre la multitud de alumnos (aunque sólo éramos doce, hacíamos mucho barullo)-. Hay que empezar con el nuevo baile. Y ya sabéis, el vestuario preguntárselo a Giovanna, ella es quien tiene los trajes, y no os olvidéis de hacer el solo de break.
Comenzamos con el nuevo baile. Manu me había hecho caso y usó una de mis canciones favoritas para el bailes: Heart, Love & Passion, de E.M.A. con Montre Rela
-Veamos –empezó a dirigir Manu-. Para este baile, había pensado que lo podríamos empezar por parejas, así, cuando canta E.M.A. bailáis las chicas, y cuando lo hace Montre Rela, los chicos, ¿vale? Pues venga, poneos por parejas.
En la clase hubo un revuelo. A mí eso de lo de las parejas me daba mala espina, puesto que estaba viendo como Jenna (una chica menudita y pelirroja con unas gafitas cuadradas y negras que hacían que sus ojos verdes –a ella no le habían afectado las lámparas- fueran más grandes de lo normal, que a veces se pasaba los descansos con nosotros) y Sandra cuchicheaban mientras miraban a Eileen y luego a mí. Esto no iba a gustar, eso fijo.
De repente, noté como alguien se caía encima de mí, y yo como un acto reflejo, la sujeté. Baje la cabeza y vi... ¡Que era Eileen! Así que era eso lo que cuchicheaban esas dos. Luego tendría unas palabras con ellas. Capullas.
-Creo que me toca contigo ¿no?
Bajé la mirada para mirarla a los ojos y sonreí mientras la ayudaba a levantarse.
-Si –dije exasperado-. Al parecer si.
Les dirigí a Sandra y a Jenna una mirada asesina, mientras ellas se partían de risa. Esto lo iban a pagar caro.
-Bueno –dijo mirando a toda la clase para asegurarse de que todos teníamos pareja-. El principio, como muchos sabéis, en la canción suena como un tango. Pues bien, quiero hacer el principio como un baile de tango.
Hubo quejas. lo de los bailes de salón no iba con ninguno de nosotros, y menos el tango. Lo poco que sabía de ese baile es que era el baile de la pasión y que por lo menos era rápido. Entonces... Mierda. Las ruedecitas de mi cabeza empezaron a encajar las cosas. Maldita sea Sandra.
-Venga, no os quejéis –dijo Manu-. ¡Será divertido! Vamos a ver. Lo primero que tenéis que hacer es, los chicos ponerle la mano en la cintura a vuestra pareja y las chicas en el hombro. La mano libre se la cogéis a la pareja.
¡¿En la cintura?! ¿Pero estas dos de que iban? Os juro que cuando saliéramos de clase las mataba.
-Luego, os tenéis que juntar casi nariz con nariz –más quejas-. Venga chicos, no os quejéis. Miradlo por el lado profesional, esto es para vuestro futuro.
Aceptamos a regañadientes. Me junté más a Eileen. Sentía su respiración y el latido de su corazón. Dios, que situación. Me miró con sus ojazos azules y sonrió.
-Que situación tan incómoda ¿verdad? –me dijo en voz baja mientras se fijaba en como Manu bailaba el tango (o algo así, porque mas que un bailarín, ahora parecía un pato mareado).
-Si –contesté yo imitando el juego de pasos que hacía Manu-. La verdad es que la culpa es de Sandra y de Jenna.
-¿Quién es Jenna? -me preguntó.
-Esa de ahí, la de las gafitas negras –la incliné en su dirección para que la viera y la levanté-. Fue la que te empujó hacia mí
-¡Que capullas! -dijo divertida mientras giraba sobre sí misma-.
-Ya ves –susurré molesto mientras Eileen y yo hacíamos el juego de pasos, imitando a Manu, en un intento de bailar tango. Volví a hacer girar a Eileen sobre sí misma. Cuando volvió a pegarse a mí de nuevo, pegados otra vez nariz con nariz, sentí ganas de besarla. Ya sé lo que pensáis “¿Tan pronto? Pero ¡si la acabas de conocer!”. Pero es lo que tiene enamorarse, no puedes evitar hacer cosas que luego eres incapaz de explicar. Además, es mi vida, no la vuestra. ¡Ja!
Giramos de nuevo. Manu dio otra instrucción y toda la clase hizo lo mismo. Me empezaba a gustar esto del tango. No penséis mal, no era por tener a Eileen tan cerca que podría besarla en ese mismo momento, sino porque estaba teniendo una conversación agradable, con alguien agradable y sin interrupciones. Maravilloso.
Repetimos los pasos de baile más veces. hasta que Manu decidió empezar
-¡Muy bien chicos! -dijo Manu-. Veamos que tal se os da con música. Una cosa, cuando empiece la canción, al principio estáis chicas a un lado y chicos a otro. Empieza la canción con E.M.A. diciendo “one, two, three, four” y os colocáis en las posiciones hasta que empieza a cantar. Cuando entra Montre Rela os separáis y empezaréis la parte de New style del baile ¿de acuerdo? Pues vamos.
Le dio al play y nos preparamos. Como dijo Manu, E.M.A. empezó y nos colocamos para bailar el tango. Eileen me sonrió y me agarró con fuerza la mano. Comenzamos. Paso a la izquierda, a la derecha, giro, inclinación y de nuevo paso, paso, inclinación, giro, paso y para terminar inclinación.
-¡Muy bien –exclamó Manu-. Solo he visto algún fallejo referente al juego de pasos, pero por lo general, todo ha salido muy bien. Vamos a repetirlo.
Volvimos a bailar, una y otra vez. Todo ahora salía de un manera fantástica y hermosa, nada podía detenernos. La música estaba en nuestras cabezas, sonando de forma interrumpida, como si no hubiera un mañana, como si sólo pudiéramos bailar, como si hubiéramos nacido para ello. Éramos dos personas, pero la música nos había unido.
Pero el Destino es muy cabrón, he hizo que en ese momento mágico, sonara el timbre. Algo más para añadir a mi venganza contra la sociedad. Os lo juro, si algún día intento hacerme famoso, lo haría inventando un timbre que no sonara como una campana oxidada.
Me separé de Eileen, mientras ella me dedicó una de esas sonrisas blancas suyas. Me fijé que en uno de sus dientes tenía pegado una de estas piedrecitas de colores que estaban muy de moda en el 2010 y en el 2011. Creo que se llaman “esvarosquis”, pero no estoy muy seguro. Me soltó la mano, aunque hasta ese momento no me había dado cuenta de que se la estaba sujetando. Le sonreí, y ella se rió. Seguramente había puesto una mueca rara en vez de una sonrisa como dios manda. Bueno, por intentarlo no había pasado nada.
-Bueno chicos –nos dijo Manu, contagiándonos con su buen humor-. Hasta luego a los de Funky, y a los demás... También “hasta luego” porque seguro que me encuentro con vosotros en los jardines.
Nos reímos.
-Recordad los pasos, porque en la próxima clase va venir Giovanna a supervisar los pasos de tango –nos dijo con una sonrisa.
Me reí en bajito. Giovanna era la profesora de hip-hop del centro, y la... Bueno, algo parecido a la “novia” de Manu, porque muy poca gente (entre los cuales Max, Sandra y yo nos encontrábamos) lo sabía. También estaba muy metida en el mundillo de los bailes de salón y estaba bastante enterada en lo del tango, salsa, vals, quick-step y demás.
-Ahora... ¡Huid!
Recogimos las toallas y las bolsas y nos fuimos de clase. A la salida iba a tener unas palabritas con Jenna y Sandra.

-¡Sois las peores amigas que un tío puede tener! –les grité a Jenna y a Sandra al salir-. ¡Unas auténticas...! –busqué un taco con el que no se ofendieran, pero estaba demasiado enfadado-. ¡Ah! ¡A la mierda con vosotras! ¡Que os den!
Las dos me seguían partiéndose de risa mientras yo andaba dando unas zancada enormes y pisando fuerte el suelo intentado huir de todos los que pasaban mirándome como diciendo “a este se le ha ido la chaveta”.
-Venga Samu no te enfades –me dijo melosa Jenna-. Si lo hicimos por tu bien.
-¿Por mi bien? ¡¿Por mi bien?! –exploté-. ¿Pero vosotras estáis bien del coco? ¡Lo que habéis hecho no era por el bien de nadie! ¡Sólo el vuestro por reíros un rato! 
Salí furioso del edificio escuchando las carcajadas de esas dos buitres (es más, sus risas sonaban como graznidos. Oh, las iba a matar), cuando alguien me aplastó poniéndome la capucha de mi chaqueta. Ahora lo veía todo oscuro, hasta que Max levantó de nuevo la capucha. Otra víctima más. Triple asesinato. Solo faltaba que Amaia se burlara un rato de mí y ya me arrestarían por genocidio.
-Mira Max –le dije mientras daba unas zancadas enormes para huir de las risas de los de clase-, no me toques la moral ¿de acuerdo?
-Vale –me dijo dándose la vuelta-. Sólo quería decirte que Eileen nos estaba buscando a Sandra, a ti y a mí. Pero si insistes...
Resoplé. La gente cuando quiere es muy insoportable.
-Deacuerdo –dije arrastrando las palabras-. ¿Dónde está?
-En el sauce, al lado del lago –me contestó mientras se dirigía a Sandra para decirle lo mismo.
-¡Os veo allí! –les grité y salí corriendo hacia el lago.

Cuando llegué, Eileen había sacado una mesa de madera (seguramente con una arandela) en la que había puesto un mantel y platos con tupperwares, que lo más probable es que tuvieran comida dentro. ¡Increíble! ¡Comida del exterior! Aquí, la comida llegaba en envases al vacío, y si querías que te trajeran comida de verdad, tenías que encargarla como una semana antes y era muy caro, porque tenías que pagar el submarino, la comida y la refrigeración. La comida del exterior, en cambio, la podías comprar directamente, si  refrigerados ni nada. Era comida de verdad.
-¡Samu! ¡Ven! –me llamó cuando me vio.
Fui corriendo hacia la mesa y me quedé impresionado. Tortas de maíz y ensalada de pasta. Comida ligera y deliciosa. ¡Esto era el paraíso!
-¿Y bien? –me preguntó con una sonrisa.
-Pues... Que te falta tarta y ya sería un gran menú.
Eileen se rió, mientras se inclinaba para coger un tupper más grande que los demás. Me lo pasó.
-¿Tarta de arándanos? –dije sopesando el contenido.
-Trata de arándanos –me sonrió ella-. Os quiero agradecer que os hayáis portado tan bien conmigo, y como es el descanso de comer, y mi madre siempre se empeña en que coma el triple del recomendado, pues aquí lo tenéis.
-Bueno –dije yo-, al menos he encontrado a otra persona que tiene una madre obsesionada en convertirle en una albóndiga gigante.
Nos reímos.
-Buena clase ¿eh? –le pregunté.
-Si –me contestó mientras colocaba el tupper enorme en mitad-. Manu me cae muy bien, pero cuando baila tango parece un pato mareado.
-Si –dije riéndome-. La verdad, Manu cuando baila New Style, tendrá todo el equilibrio que quieras, pero lo de los bailes de salón... No es que sea su afición número uno.
-En eso te doy toda la razón –dijo-. Es tu tío ¿no?
-Premio para la señorita –le dije imitando a un presentador de concursos-. Ahora puede elegir entre un viaje a Italia con los gastos pagados o una plaza en Juilliard para baile.
-Es muy tentador, señor mío –me dijo con un gesto teatral-. Pero si le soy sincera, prefiero acabar el curso aquí y una tarjeta de regalo de trescientos dólares o una entrada para ir a ver a LiuSea.
-Pues verá, eso no va a ser posible, puesto que ambos premios me los he quedado yo –hice una pausa para ver la cara de indignación que ponía-. ¿Quién soy?
-¡El Senado! –gritó alguien a nuestras espaldas.
Me giré y me topé con Max y Sandra.
-¡Bueno! –dijo sonriente-. Al parecer la visitante sabe cocinar ¿eh?
-Si a visitante llamas a mi madre... –dijo ella con desdén.
-No me lo creo –dijo Sandra fijándose en lo que había para comer-. ¡Tortas de maíz! Hace siglos que no comía de estas. Venid con mamá pequeñitas.
-Eh –le comenté a Eileen-, olvidé decirte que Sandra sí que puede comer su peso en comida, así que o te lo comes todo rápido, o todo desaparece.
-Lo he oído Samu –replicó con la boca llena.
-Lo tendré en cuenta –dijo incrédula mientras veía a Sandra comer (o mejor dicho engullir) tres tortitas de golpe-. Por lo menos luego no tendré que limpiar mucho.
Antes de que toda la comida se fuera a la tripa de Sandra, nos abalanzamos sobre la mesa para comer.
Fue una de las mejores comidas de mi vida. Max, Sandra, Eileen y yo, bajo un sauce llorón comiendo comida del exterior. La verdad, la mejor tarde de mi existencia. Todo era perfecto. Hablábamos a gritos, interrumpiéndonos unos a otros, contando chistes, burlándonos del mundo, haciendo nuestra vidas lo principal en ese momento, sin preocuparnos por nada, ni por estar bajo una cúpula de cristal en el océano, ni por la superpoblación que tenía nuestro planeta. Por nada de nada. Simplemente por que Sandra no se comiera toda la tarta ella sola, ya que Max y yo sabíamos que era muy capaz. Sandra era la única persona viviente que había visto comerse de golpe una lasaña de Fede Justo, el cocinero del pueblo en el que yo vivía antes. Y mira que esa lasaña tenía alrededor de trece capas de carne y queso. Pero, no. Sandra se comía una, una y media si no había desayunado. Sólo de pensarlo, ya me sentía lleno.
Cuando terminamos de comer, nos tumbamos un rato bajo el sauce para bajar la comida, y bueno, contarle nuestra vida a Eileen.
-Alicante ¿eh? –nos preguntó.
-Alicante, Alicante no –la corrigió Max-. Vivíamos en un pueblo de la costa, Altea.
-La playa era maravillosa, no he pasado mejores momentos que fuera de ese sitio –le comentó Sandra-. Y mira que sólo vivimos allí hasta los... ¿diez años, no chicos?
-Tú tendrías diez años –dijo Max teatralmente-. Yo ya tenía once.
-Si ya eras “el señor Max” como te llamaba Goli ¿no? –le contesté con desdén.
-Haya paz chicos –dijo divertida Eileen-. Seguid contándome cosas de Altea.
-Pues vamos a estar aquí un buen rato –murmuró Sandra con desdén.
-Tenemos tiempo –dije mirando el reloj. Quedaba media hora hasta que empezáramos la clase de hip-hop. Sin darme cuenta, me sumergí en anécdotas e historias, sobre los diez años más felices de toda mi vida, y con diferencia, los mejores.

-¡No me lo creo! –exclamó Eileen
-Pues ya te lo vas tragando –contestó Sandra.
-¿De verdad que atasteis a un dogo a una carretilla para que os sirviera de caballo? –preguntó incrédula.
-La idea fue de Max –dije aparentando inocencia-. Pero yo fui quién le até.
Eileen soltó una gran carcajada, soltando todo el aire que tenía en los pulmones. Tres segundos después, nos habíamos unido a sus risas.
-Me estoy imaginando a tres niños de seis años, bajando a toda velocidad una cuesta abajo con un dogo enorme tirando como un caballos de carreras. En serio, no me imagino a mi hermano Mike haciendo eso.
Nos reímos de nuevo, pero nuestras risas fueron tapadas por el timbre. Dios, que aparato tan irritable.
-Bueno, ya nos veremos –dijo Sandra-. Si llego tarde Celeste me cruje viva. Y no me apetece tener la columna vertebral como un acordeón. Nos vemos a la salida ¿no?
-Si, adiós –le dijo Max-. Recuerda: Somos los que no vamos de rosa.
-Ja ja, que gracioso –dijo ella con desdén.
Eileen me miró con una cara de “¿de qué demonios está hablando?”.
-Luego te lo cuento en commercial –susurré.
-Vale –susurró a su vez.
Nos dirigimos a la clase de Hip-Hop, antes de que la marea de gente nos arroyara y nos quedáramos planchados contra el suelo para siempre como alfombras.
Entramos en clase, y nos sentamos en el suelo, esperando a que Giovanna entrara en clase.
Cinco minutos después, una chica de veinte años, de ojos color verde esmeralda (gracias a las gafas de sol) y pelo castaño con reflejos rubios entró por la habitación. Llevaba su habitual estilo excéntrico de ropa: Pantalones cortos marrones, corsé de cuero con hebillas a lo steampunk, blusa blanca con escote de pico, medias de redecilla negra y botas militares marrones. En la cabeza llevaba una gorra de aviador también marrón. Llevaba en la mano una bolsa enorme de cuero negro y una carpeta color burdeos con hebillas a modo de cierre con tantos papeles que parecía que iba a explotar de un momento a otro. Giovanna era la diseñadora de los trajes de la academia. Ella hacía plantillas de diseño y luego las enviaba al taller de su prima, Connie. Ella nos hacía los trajes, y luego nosotros le dábamos el dinero a Giovanna. Ambas vivían juntas, encima del taller de Connie, en un pequeño loft. Giovanna se vestía de seteampunk y Connie de un estilo en plan goth punk, como si fuera una chica muerta. A nosotros nos encantaba llamarla  Bloody Mary.
-Bueno, bueno, bueno –dijo plantándose delante de Eileen-. Una cara nueva ¿eh?
-Hola soy Eileen –dijo ella tendiéndole la mano-. La extraña del exterior.
-La visitante –aclaró Sandra.
-Pues yo, a diferencia de Manu, no te voy a pedir que bailes, pero eso sí, te voy  a meter una caña impresionante –le dijo sonriendo-. Bueno, antes de empezar con el nuevo baile del curso, quería deciros tres cosillas.
>>La primera, es que no vamos a poder actuar en el auditorio para primavera porque los de broadway han empezado las audiciones de “Music River” y están muy atareados –nos quejamos. Muchos que vienen aquí tienen padres (como Kathy, Young o Sandra) que piensan que lo de bailar es una tontería y que no vale la pena. Las actuaciones les da la oportunidad de demostrarles que eso no es verdad-. Lo siento mucho chicos, se que os hacía ilusión actuar allí, pero no va a poder ser. Le suplicaré a Celeste a ver si puede aplazarlas, pero no os prometo nada.
>>Lo segundo, y creo que lo mejor, es que el mes que viene, Raphael Patterson va a venir a ver las actuaciones para los que se quieran matricular en el curso de World Dance Studio para hip-hop, commercial y new style –gritos y más gritos. Ya quedaba poco para que cumpliéramos nuestros sueños-. También vendrá Georgia White para las pruebas de la British Professional Academy of Arts para Broadway, Funky y Ballet. Las chicas que van a Cheerleaders, vendrá Gustav Kalakof de la German Agency of Cheerleaders. Recordad que es necesario controlar un poco el alemán y os harán una entrevista.
>> Y por último, he conseguido ojeadores para la actuación de fin de curso –grito bomba. Me reí. Esperaba que Manu hubiera conseguido unos buenos ojeadores-. Son Françoise Lambert, Julio Méndez y... -me hizo un gesto para que hiciera un redoble de tambor con las manos- ¡Nadia Parvenski!
Nos quedamos mudos. Nadia Parvenski era, es y seguirá siendo la mejor amiga de Axxey.

4 comentarios:

  1. OMG! *_* me ha encantado!!
    Para cuando el siguiente? ^^

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    Respuestas
    1. Puespuesssss...
      La semana que viene, lo más prbable que el jueves!
      besazos, que espero el cuarto de el misterio de grey shadow

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  2. Seré breve: deja de escribir y morirás entre terribles sufrimientos :)

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